Confía en María. La batalla de Lepanto.
No eran tiempos fáciles para la Cristiandad. Dividida por el surgimiento del protestantismo, con frecuentes guerras de religión que sacudían y desangraban a Europa, de repente tuvo que hacer frente a otro grave problema. El peligro de la invasión turca en el Mediterráneo que iba apoderándose de territorios para el Imperio de la Media Luna y eliminando cualquier resto de cristianismo, era inminente. Tuvo lugar entonces una alianza entre el Rey español, Venecia, Saboya, Malta y el Papa para derrotar al enemigo imparable. Y pese a lo nutrido de la fuerza que iba al combate, no las tenían todas consigo. El turco era potente. No perdía batallas importantes desde hacía un siglo. Por la parte española combatían célebres personajes como Don Juan de Austria o Miguel de Cervantes.
En la época, las comunicaciones no eran tan rápidas como en nuestros días. Incluso en un espacio tan relativamente pequeño como el Mediterráneo las noticias tardaban en llegar. Pero el Papa San Pío V tuvo una revelación según nos lo cuenta el jesuita Padre Luis Coloma en su novela Jeromín. Había venturado por inspiración divina el conocimiento del triunfo de la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. La noticia de la victoria no le llegó al Santo Padre hasta el día 26 de octubre. Al saberse el día de la Victoria, nacieron numerosas fiestas dedicadas a la Virgen: el día 7 la Virgen del Rosario, y de ahí la Virgen de las Victorias. También la advocación de María Auxiliadora se iba abriendo camino. La letanía de “Auxilio de los Cristianos” se incluyó en el rezo del Santo Rosario.
¡Qué importante es confiar en María! Qué importante es dejarlo todo en su amante y compasiva mirada de Madre. Y qué importante es que nos dirijamos a ella en los momentos de angustia, de incertidumbre, de dolor, con cualquier gesto de piedad, con las flores más bellas de nuestra oración en los labios. Rezar el Rosario nos recuerda esa machacona insistencia de quien quiere pedirle a quien tanto confiamos para que como en Caná nos ayude con su Hijo. Qué papel callado de Madre en la oración de cada día, en las novenas, en los calendarios de María Auxiliadora, en cada nuevo mes de mayo, donde entre oraciones y alegría dirigimos nuestras plegarias de agradecimiento o de súplica a su Inmaculado Corazón. Este año no podemos traerte las flores físicamente. Pero sí lo haremos con nuestra oración que te son más gratas. Por nuestras familias, por los enfermos o por los que se han ido. Dando gracias también los que somos afortunados por encontrarnos bien. Gracias por esa mano que nos cuida, protege y acompaña, amor de Madre.
Escrito por Andrés Juan Vera Alcaide.
Y para los que se perdieron la primera entrega, pulsando aquí abajo podréis leerla.